jueves, 22 de noviembre de 2012

Napoleón

Campañas iniciales

A través de la ayuda del compañero Saliceti, se convirtió en comandante de artillería de las fuerzas francesas que sitiaban la fortaleza realista de Tolón, que se había amotinado contra el terror republicano y había permitido el desembarco de una fuerza angloespañola. Napoleón definió y ejecutó una estrategia basada en el emplazamiento de baterías artilleras que crearan una superioridad total de fuego previa a los asaltos a los diferentes fuertes que protegían Tolón, que finalmente fue evacuada por la armada angloespañola. Su determinación, su capacidad de trabajo y su frialdad bajo el fuego le convirtieron en el héroe del sitio, tras lo cual fue nombrado general de brigada. Cuando fue enviado a Génova por órdenes superiores en una misión secreta hacia julio de 1794, cae Maximilien Robespierre, convirtiéndose Napoleón en blanco de sospechas originadas por su amistad íntima con Augustin Robespierre, hermano menor de Maximiliano. Debido a esto fue arrestado por dos semanas, siendo liberado por falta de pruebas.
En 1795 Bonaparte se encontraba en París cuando el 3 de octubre realistas y contra-revolucionarios organizaron una protesta armada contra la Convención, sus excesos y su gobierno tiránico. A Bonaparte se le encomendó dirigir a un improvisado ejército en la defensa de la Convención en el Palacio de las Tullerías. Obtuvo algunas piezas de artillería con la ayuda de un joven oficial de caballería, Joachim Murat, que posteriormente se convertiría en su cuñado, y logró repeler a los insurgentes. Este triunfo le dio una gran fama y poder sobre el nuevo Directorio, particularmente sobre su líder, Paul Barras. Pocas semanas después, el 9 de marzo de 1796, se casa con la amante de Barras, Joséphine de Beauharnais.

La campaña de Italia de 1796-1797

Bonaparte en el puente de Arcole,.
Días después de su matrimonio, Bonaparte tomó el mando del Ejército francés en Italia, al que lideró exitosamente en la invasión de dicho país. Antes de partir, arengó a sus tropas con estas palabras: «Soldados: estáis mal vestidos y mal alimentados. El gobierno os debe mucho. Grandes provincias y ciudades serán vuestras. Allí hallaréis gloria y riqueza». Por aquella época ganó el apodo de «Pequeño Cabo» en virtud de su buena relación con la tropa. Logró sacar a las fuerzas austríacas de Lombardía con su victoria en la Batalla del puente de Arcole y derrotó al ejército de los Estados Papales. A raíz de la protesta del Papa Pío VI por la ejecución del rey Luis XVI, Francia respondió anexionándose dos pequeños territorios papales. Sin embargo, Bonaparte desoyó las órdenes del Directorio de marchar contra Roma y destronar al Papa. No fue sino un año después que el General Berthier capturó Roma y apresó al Papa, quien posteriormente falleció por una enfermedad en su cautiverio. En 1797, Bonaparte al mando del ejército derrotó sucesivamente a cuatro generales austríacos cuyas tropas eran superiores en número y forzó a Austria a firmar un acuerdo de paz. El resultante Tratado de Campoformio le dio a Francia el control de la mayoría del norte de Italia, así como el de los Países Bajos y el área del Rín. Una cláusula secreta prometía otorgar Venecia a Austria. Bonaparte marchó contra Venecia, ocupándola y acabando con más de 1.000 años de independencia. Posteriormente, en 1797, Bonaparte organizó los territorios ocupados en Italia en lo que se conoció como la República Cisalpina.
Napoleón Bonaparte fue un estratega brillante. Logró absorber los conocimientos militares esenciales de su época y aplicarlos exitosamente. Como planificador en el campo de batalla fue bien conocido por su creatividad en las tácticas de movilización de la artillería. Sin embargo su éxito no se debía únicamente a su carácter innovador, sino a su profundo conocimiento e inteligente aplicación de las tácticas militares convencionales. Como él decía: «He peleado en sesenta batallas y no he aprendido nada que no supiera anteriormente». Como oficial de artillería, desarrolló nuevas tácticas y empleó la artillería como una fuerza móvil para respaldar los ataques de la infantería, beneficiándose de la ventaja tecnológica de Francia en materia de armamento. Fue conocido como un comandante agresivo, que contaba con la lealtad de soldados altamente motivados. También fue el primero que hizo uso de sistemas de telecomunicación, la llamada «línea Chappe de semáforos», implantada en 1792. También fue un maestro en materia de espionaje y de engaño. Frecuentemente ganó batallas al conocer de antemano el movimiento de las tropas enemigas.
Durante su campaña de Italia Bonaparte se convirtió en una figura influyente en la política francesa. Publicó dos periódicos, inicialmente para sus tropas, pero que circulaban también por Francia. En mayo de 1797 fundó un tercer periódico publicado en París llamado «Le Journal de Bonaparte et des hommes vertues». Las elecciones de 1797 dieron a los realistas mayor poder, lo que alarmó a Barras y sus aliados en el Directorio. Los monárquicos, por su parte, comenzaron a criticar a Bonaparte acusándole de haber saqueado Italia y de haberse excedido en su autoridad al negociar con Austria (lo cual en ambos casos era cierto). Bonaparte envió con prontitud al General Augereau a París para liderar un golpe de estado el 18 de fructidor (4 de septiembre), eliminando políticamente a los realistas. Esto devolvió nuevamente a Barras el control, pero ahora dependiendo de Bonaparte para permanecer en su cargo. Después de finalizar sus negociaciones con Austria, Napoleón regresó a París en diciembre siendo recibido como un héroe conquistador y la fuerza dominante en el gobierno, mucho más popular que sus Directores.

La expedición a Egipto

En marzo de 1798 Bonaparte propuso llevar a cabo una expedición para colonizar Egipto, en aquel entonces una provincia otomana, con el objetivo de proteger los intereses comerciales franceses y cortar la ruta de Gran Bretaña a la India. El Directorio, aunque preocupado por el alcance y el costo de la expedición, rápidamente aprobó la empresa dado que significaba sacar a Bonaparte del centro del poder.
El aspecto más inusual de dicha expedición es la inclusión de un buen número de científicos, lo cual, según algunos, reflejaba la devoción de Bonaparte a los principios e ideas del entonces periodo de Ilustración. Otros, sin embargo, lo vieron como una maniobra propagandística que sólo buscaba ocultar las intenciones imperialistas de Napoleón. Bonaparte también emitió proclamas en las cuales se presentaba como liberador del pueblo egipcio, oprimido por el yugo otomano y alabando los preceptos del islam. Esta maniobra no fue exitosa dado que el pueblo egipcio siempre vio a los franceses como una fuerza de ocupación.
De camino a Egipto, la expedición de Bonaparte conquistó a traición Malta el 9 de junio, expulsando a la Orden Hospitalaria. Desembarcó en Alejandría el 1 de julio de 1798, eludiendo temporalmente a la Armada británica. Aunque los franceses ganaron la decisiva batalla de las Pirámides (con un ejército de 25.000 hombres enfrentados a 100.000 del enemigo), toda la flota francesa (a excepción de dos naves) fue destruida por el almirante Nelson en la Batalla del Nilo. Con su ejército atrapado en Egipto, el objetivo de Bonaparte de fortalecer su presencia en el Mediterráneo se vio frustrado, si bien logró consolidar su poder en Egipto, no sin sofocar antes diversas revueltas populares. Bonaparte ordenó que en Egipto la servidumbre y el feudalismo fuesen abolidos y los derechos básicos de los ciudadanos garantizados. Bonaparte fue llamado por los egipcios Sultán Kebir. La situación propició el desarrollo de importantes estudios sobre el Antiguo Egipto entre los que se destaca el descubrimiento de la Piedra de Rosetta.
A comienzos de 1799 condujo al ejército francés sobre la provincia otomana de Siria y derrotó a las fuerzas superiores despachadas por la Sublime Puerta en diferentes batallas, pero su ejército sucumbió ante las plagas (en especial la peste bubónica) y la carencia de suministros. Napoleón dejó un contingente de 13.000 soldados para apoderarse de las ciudades costeras de Jaffa, El Harish, Gaza y Haifa.
El asalto de Jaffa fue particularmente brutal. Aunque los franceses se apoderaron de la ciudad tras unas pocas horas de combate, los soldados de la República asesinaron a bayonetazos a 2.000 turcos de la guarnición que trataban de rendirse. A continuación se ensañaron durante tres días con la población civil, robando y matando a hombres, mujeres y niños. La matanza culminó cuando Bonaparte ordenó la ejecución de 3.000 prisioneros turcos.
Con su ejército debilitado, e incapaz de tomar la fortaleza de Acre, Bonaparte se vio obligado a tornar a Egipto en mayo de 1799. Con objeto de acelerar su marcha, los prisioneros fueron ejecutados y los enfermos abandonados a una muerte segura. De vuelta al país del Nilo, el 25 de julio Bonaparte derrotó a los otomanos en su intento de desembarco en Abukir.
Con la situación en Egipto estancada y la cada vez mayor inestabilidad en Francia, Bonaparte abandonó el país en una goleta rumbo a Francia, dejando al mando al general Kléber.

La Francia napoleónica

Napoleón abucheado en la asamblea de los Quinientos, con motivo del golpe de estado del 18 de brumario.

Periodo revolucionario

El golpe de estado del 18 de brumario

Durante su estancia en Egipto, Bonaparte siguió de cerca los asuntos europeos, obteniendo información principalmente de los periódicos y despachos que le llegaban irregularmente. El 23 de agosto decide sorpresivamente embarcarse hacia Francia, aprovechando una relajación temporal del bloqueo a los puertos franceses por parte de la flota británica.
Aunque posteriormente fue acusado por sus oponentes políticos de abandonar a sus tropas, su partida había sido debidamente autorizada por el Directorio, que había sufrido una serie de derrotas militares contra las fuerzas de la Segunda Coalición, formada por la alianza de Gran Bretaña con Austria, Rusia, Nápoles y Portugal, temiendo una inminente invasión.
Cuando llegó a París en el mes de octubre, la situación militar había mejorado tras varias victorias sobre el enemigo. La República, sin embargo, estaba en bancarrota y el Directorio, corrupto e ineficiente, estaba en su nivel más bajo de popularidad.
Uno de los Directores, Sieyes, pidió a Bonaparte su respaldo para ejecutar un golpe de estado contra la Constitución existente. La trama involucraba también al hermano de Bonaparte, Lucien, quien se desempeñaba como cabeza del Consejo de los Quinientos, a otro Director, Roger Ducos y a Talleyrand. El 9 de noviembre (18 de Brumario) y en el día siguiente, tropas dirigidas por Napoleón tomaron control y dispersaron a los consejos legislativos, quedando Bonaparte, Sieyes y Ducos como Cónsules provisionales que regirían al gobierno. Si bien Sieyes pretendía dominar el nuevo régimen, Bonaparte se le adelantó redactando la Constitución del Año VIII, asegurando su elección como Primer Cónsul. Esto le convirtió en la persona más poderosa de Francia, poder que se incrementaría en la Constitución del Año X, cuando logró nombrarse Primer Cónsul vitalicio.
Napoleón como Primer Cónsul.

El Consulado

Bonaparte instituyó diversas e importantes reformas, incluyendo la centralización de la administración de los Departamentos, la educación superior, un nuevo código tributario, un banco central, nuevas leyes y un sistema de carreteras y cloacas. En 1801 negoció con la Santa Sede un Concordato, buscando la reconciliación entre el pueblo católico y su régimen. Durante el año 1804 se dictó el Code civil des Français, también conocido como Código Napoleónico, que consiste en la redacción de un cuerpo único que unificara las leyes civiles francesas. El Código fue preparado por comités de expertos legales bajo la supervisión de Jean Jacques Régis de Cambacérès, quien se desempeñó como Segundo Cónsul desde 1799 a 1804; Bonaparte, sin embargo, participaba activamente en las sesiones del Consejo de Estado, donde se revisaban las propuestas de leyes. Este código influyó de manera trascendental en el mundo jurídico, siendo la piedra angular del proceso de codificación. Otras normas dictadas durante la regencia de Napoleón fueron el Código Penal de 1810 y el Código de Comercio de 1807. En 1808 fue promulgado el Código de Instrucción Criminal, estableciendo reglas y procedimientos judiciales precisos en esta materia. Si bien los estándares modernos consideran que dichos procedimientos favorecían a la parte acusadora, cuando fueron promulgados era intención de los legisladores resguardar las libertades personales y remediar los abusos que normalmente ocurrían en los tribunales europeos. Si bien es cierto que Bonaparte era un regente autoritario, no es menos cierto que la mayoría de Europa estaba gobernada por monarquías absolutas. Bonaparte trató de restaurar la ley y el orden después de los excesos causados por la Revolución, al mismo tiempo que reformaba la administración del Estado.

Un interludio de paz

Napoleón en su trono imperial
En 1800 Bonaparte regresó a Italia, la cual había sido reconquistada por Austria durante su ausencia en Egipto. Cruzó con sus tropas los Alpes en primavera (si bien cabalgaba sobre una mula, y no en el caballo con el que lo pintó David). Al principio la campaña no fue muy bien, pero más adelante propinó una rotunda derrota a los austríacos, la cual llevó a la firma de un armisticio. El hermano de Napoleón, José, principal negociador del armisticio, reportó que debido a la alianza entre Austria y Gran Bretaña, Austria no podía reconocer ningún territorio conquistado por Francia. Las negociaciones se volvieron más y más erráticas hasta que Bonaparte ordenó al General Moreau atacar a Austria nuevamente. Moreau llevó al ejército francés a la victoria de Hohenlinden y finalmente el armisticio fue firmado en Lunéville en febrero de 1801, bajo el cual se reafirmaba a Francia su dominio sobre los territorios ocupados en el Tratado de Campoformio. Los británicos también firmaron un acuerdo de paz mediante el Tratado de Amiens en marzo de 1802, bajo el cual Malta paso a ser territorio francés.
El Concordato de 1801 con el Papa Pío VII, puso fin al enfrentamiento con la Iglesia Católica originado por el inicio de la Revolución.
La paz entre Francia y Gran Bretaña era muy precaria. Las monarquías legítimas de Europa estaban renuentes a reconocer a la república, temiendo que la idea de la revolución fuera exportada a sus países. En Gran Bretaña, el hermano de Luis XVI fue recibido con honores de huésped de estado a pesar de que los británicos ya habían reconocido a la república francesa. Por otra parte, Gran Bretaña no había desocupado ni Malta ni Egipto, como había prometido y protestó contra la anexión de Piamonte y el Acto de Mediación de Suiza, si bien ninguna de estas áreas estaba contemplada en el Tratado de Amiens.
En 1803, el ejército de Bonaparte fue derrotado en Santo Domingo, combinándose la fiebre amarilla con la tenaz resistencia de Toussaint Louverture. Ante el escenario de indefensión de las posesiones francesas en Norteamérica, Napoleón decide la venta de Luisiana, un territorio de aproximadamente 2 millones de km² que, habiendo pertenecido por cesión de Francia a la España borbónica en 1765, era ahora recabado por Francia en decisión unilateral. Estados Unidos buscaba, por su parte, la manera de controlar la navegación sobre el río Misisipi. La Compra de la Luisiana fue uno de los eventos más significativos que tuvieron lugar durante el gobierno napoleónico, aun cuando en su momento pasó relativamente inadvertido. El precio establecido fue de $ 7,40 por km².
En el año X (1802), otra constitución dictada por Napoleón otorgó carácter vitalicio a su consulado y sirvió como preámbulo para su autoproclamación como monarca del Primer Imperio Francés. Apoyado por buena parte de la aristocracia, en una ceremonia realizada en la Catedral Notre Dame de París (1804) ante la presencia del Papa Pío VII. Napoleón se coronó a sí mismo, lo cual dio origen a la creencia popular de que ese acto fue una demostración de negación a la autoridad pontificia, lo cual no es cierto. La ceremonia estaba acordada con el Papa en forma anticipada.
Napoleón reorganizó la administración del estado, reorganizó el sistema judicial, tipificó la legislación civil francesa con el Código Napoleónico y con otros seis códigos que garantizaban los derechos y libertades conquistados durante el período revolucionario, así como la igualdad ante la ley y la libertad de culto. También sometió las escuelas a un control centralizado.
El famoso y temperamental compositor alemán Ludwig van Beethoven estaba entre las personalidades de aquel tiempo que admiraban a Napoleón por lo que simbolizaba políticamente: los ideales democráticos y republicanos de la Revolución francesa. Al parecer por una sugerencia del embajador francés en Viena, Jean-Baptiste Bernadotte, comenzó a componer su Tercera Sinfonía, que titularía Eroica ('Heroica', en italiano). Sin embargo, con la autocoronación de Napoleón, Beethoven se decepcionó y le retiró la dedicatoria colocando como subtítulo: «Sinfonia eroica, composta per festeggiare il sovvenire d'un grand'uomo» («Sinfonía heroica, compuesta para festejar el recuerdo de un gran hombre»).

El imperio

Fundación del imperio

Con la esperanza de consolidar su puesto, Fouché le sugirió a Bonaparte que la mejor forma de apaciguar conspiraciones sería transformar el consulado vitalicio en un imperio hereditario, el cual, dado que tendría un heredero, quitaría toda esperanza de cambiar el régimen por asesinato. Bonaparte acoge la sugerencia y el 28 de mayo de 1804 se proclama emperador.
La heterogénea oposición a su gobierno fue desmantelada mediante drásticas represiones a derecha e izquierda, a raíz de fallidos atentados contra su persona; el ejemplo más amedrentador fue el secuestro y ejecución de un príncipe emparentado con los Borbones depuestos, el duque de Enghien, el 21 de marzo de 1804. El corolario de este proceso fue el ofrecimiento que le hizo el Senado al día siguiente de la corona imperial. La ceremonia de coronación se llevó a cabo el 2 de diciembre en la catedral Notre Dame de París, con la asistencia del papa Pío VII, aunque Napoleón se ciñó la corona a sí mismo y después la impuso a Josefina; el pontífice se limitó a pedir que celebrase un matrimonio religioso, en un sencillo acto que se ocultó celosamente al público, una nueva Constitución el mismo año afirmó aún más su autoridad omnímoda.

Las guerras de conquista

Guerra contra Reino Unido
Reino Unido reanudó la guerra naval con Francia en abril de 1803. Hasta 1805 Napoleón sólo tuvo que batallar contra los británicos. En este año, Rusia, Suecia, Austria y Nápoles se unieron a Gran Bretaña en la antifrancesa Tercera Coalición.
Para atacar a Inglaterra, el problema era el mismo de 1798: para cruzar el Canal, los franceses tenían que tomar el control del mar.
Batalla de Marengo.
Napoleón en Wagram.
Napoleón entrando en Berlín.
Matrimonio de Napoleón y María Luisa de Austria.
Napoleón descartó su plan de invadir Inglaterra que consistía en un ataque de 2.000 navíos entre Brest y Amberes y la concentración de su Grande Armée en el campo de Boulogne (1803).
Muy inferior a la Marina Inglesa, la flota francesa necesitaba la ayuda de los españoles; e incluso unidas las dos flotas no podían esperar derrotar más de uno de los escuadrones británicos. España fue inducida a declararle la guerra a Inglaterra en diciembre de 1804 y se decidió que los escuadrones españoles y franceses concentrados en las Antillas como señuelo pusieran una trampa, atrayendo así a un escuadrón británico a estas aguas con el fin de equilibrar las fuerzas entre el navío franco-español y el británico. Una batalla en la entrada al Canal podría entonces pelearse con posibilidades de éxito.
El plan falló tras la dramática derrota naval de Trafalgar, donde la flota británica comandada por el Almirante Nelson destruyó gran parte de las flotas de Francia y España.
Napoleón dirigió entonces sus ejércitos contra las fuerzas austro-rusas, a las que derrotó en la batalla de Austerlitz el 2 de diciembre de 1805.
Expansión hacia el Este
Napoleón conquistó el reino de Nápoles en 1806 y nombró rey a su hermano mayor, José; se autoproclamó Rey de Italia (1805), desintegró las Provincias Unidas, que en 1795 había constituido como República de Batavia, y fundó el Reino de Holanda, al frente del cual situó a su hermano Luis, y estableció la Confederación del Rin, que agrupaba a la mayoría de los estados alemanes y que quedó bajo su protección.
Prusia y Rusia forjaron una nueva alianza (Cuarta Coalición) y atacaron a la Confederación. Napoleón derrotó al ejército prusiano en Jena y Auerstädt (1806) y al ruso en Friedland. En julio de 1807 estableció el Tratado de Tilsit con el Zar Alejandro I por el que se redujo el territorio de Prusia. Además, Westfalia, gobernado por su hermano Jerónimo, y el Gran Ducado de Varsovia entre otros estados pasaron a formar parte del Imperio.
Ocupación en España
No habiendo podido vencer a los británicos militarmente, Napoleón impuso el bloqueo sobre las mercancías inglesas con el propósito de arruinar su comercio. Portugal fue una de las naciones que no se plegó al bloqueo, razón por la cual Napoleón buscó una alianza con España para invadir a Portugal. Debido a la debilidad militar española en el momento y tras la pérdida de su armada en la batalla de Trafalgar, se firmó el tratado de Fontainebleau, en el que se permitía a Napoleón entrar en España con su ejército para derrotar a Portugal y cerrar las rutas comerciales inglesas. Tras cruzar la frontera española, Napoleón decidió incluir a España en su imperio. El mismo Napoleón comandó las fuerzas que invadieron España y derrotaron al ejército de este país. También derrotó al ejército inglés que vino a la ayuda de España. Finalmente conquistó Portugal en 1807 y en 1808 colocó a su hermano José en el trono de España, dejando Nápoles como una monarquía manejada por su cuñado, Joachim Murat.
Tras la partida de Napoleón, el pueblo español se rebeló, iniciando la guerra entre las tropas francesas y las españolas (apoyadas por Gran Bretaña), teniendo un papel fundamental la lucha de guerrilla. Este conflicto supuso un gran desgaste humano (se ha estimado en 300.000 bajas) y económico para Francia. Se calcula que el 10% de las bajas tanto del lado español como el francés ocurrieron durante los dos sitios a la ciudad de Zaragoza, entre el 15 de junio de 1808 y el 21 de febrero de 1809.
Centroeuropa
Por otra parte, Austria rompió el pacto con Francia y Napoleón se vio obligado a comandar sus fuerzas en los frentes del Danubio y Alemania. En la batalla de Aspern-Essling (21 y 22 de mayo de 1809) cerca de Viena, Napoleón estuvo a punto de perder su ejército, sin que el enemigo tampoco lograra un triunfo. Tras una tregua de casi dos meses, nuevamente se enfrentaron ambos ejércitos, pero esta vez el ejército francés derrotó al austríaco en la batalla de Wagram, el 6 de julio de 1809.
Tras este triunfo, Francia convirtió los territorios conquistados en las Provincias Ilirias (en la actualidad parte de Eslovenia, Croacia, Bosnia-Herzegovina, Serbia y Montenegro) y conquistó los Estados Pontificios. Tras aliarse nuevamente con Austria, Napoleón contrajo matrimonio con María Luisa de Habsburgo-Lorena, hija del monarca austríaco, Francisco I de Austria, perteneciente a la casa de Habsburgo, una vez repudiada Josefina al no poder darle un heredero. Con este enlace vinculaba su dinastía a la más antigua de la casas reales de Europa, con la esperanza de que su hijo, nacido en 1811 y al que otorgó el título de Rey de Roma como heredero del Imperio, fuera mejor aceptado por las monarquías reinantes.
El Imperio alcanzó su máxima amplitud en 1810 con la incorporación de Bremen, Lübeck y otros territorios del norte de Alemania, así como con el reino de Holanda, después de obligar a abdicar a su hermano que había adoptado el título de Luis I Bonaparte.

Implicaciones fuera de Francia

La Europa napoleónica

El Código Napoleónico fue introducido en todos los nuevos Estados creados bajo el Imperio Francés. Se abolieron el feudalismo y la servidumbre y se estableció la libertad de culto (salvo en España). Le fue otorgada a cada Estado una constitución en la que se concedía el sufragio universal masculino, una declaración de derechos y la creación de un parlamento. Fue instaurado el sistema administrativo y judicial francés; las escuelas quedaron supeditadas a una administración centralizada y se amplió el sistema educativo libre de manera que cualquier ciudadano pudiera acceder a la enseñanza secundaria sin que se tuviera en cuenta su clase social o religión. Cada Estado disponía de una academia o instituto destinado a la promoción de las artes y las ciencias, al tiempo que se financiaba el trabajo de los investigadores, principalmente el de los científicos. La creación de gobiernos constitucionales siguió siendo sólo una promesa, pero el progreso y eficacia de la gestión fueron un logro real.

Intervención en América

En 1796 Napoleón restaura nuevamente la esclavitud en las colonias francesas, abolida ésta desde 1794.6
Para América Latina, la figura de Napoleón es fundamental. Su intervención en España, las forzadas abdicaciones de Carlos IV y Fernando VII, la entrega del trono español a su hermano José, la promulgación de la Constitución de Bayona en 1808 que reconocía la autonomía de las provincias americanas del dominio español y sus pretensiones de reinar sobre aquellos inmensos territorios cuyos habitantes nunca quisieron aceptar los planes y designios del emperador, son elementos básicos para entender los movimientos de emancipación.
En el resto del continente, la negociación de Luisiana y el manejo que dio Francia al proceso de independencia de Haití tuvieron una enorme influencia en el desarrollo del continente.

Ocaso y caída de Napoleón

Napoleón retirándose de Moscú.
Si bien el Congreso de Erfurt había preservado la alianza entre Napoleón y el zar Alejandro I, en 1811 las tensiones comenzaron nuevamente a crecer entre ambas naciones. A pesar de ser un gran admirador de Napoleón desde su encuentro en 1807, Alejandro I estaba siendo presionado por la aristocracia rusa para romper dicha alianza, dado que ésta consideraba insultado el honor ruso.
La primera señal de que la alianza se estaba deteriorando fue la forma no muy entusiasta y débil con que Rusia aplicó el Bloqueo Continental. Esto enfureció a Napoleón quien también tenía simpatía hacia el Zar, lo que le hizo sentirse defraudado y traicionado. En 1812 los consejeros del Zar le indicaron que una vasta revolución estaba fermentando por toda Prusia y que ése era el momento propicio para atacar al imperio francés y recuperar Polonia.
Gran número de tropas se desplazaron a la frontera con Polonia (más de 300.000 soldados de un ejército total de 410.000). Napoleón, sin embargo, se anticipó a esta maniobra y comenzó a expandir su ejército hasta lograr un contingente de 600.000 hombres (adicionalmente a los 300.000 que se encontraban en la península Ibérica). Napoleón ignoró los consejos de no invadir suelo ruso y el 23 de junio de 1812 procedió a la invasión.
En un esfuerzo por ganar apoyo de los nacionalistas y patriotas polacos, denominó la guerra como «Segunda guerra polaca» (la «Primera guerra polaca» era la liberación de Polonia de Rusia, Prusia y Austria). Los patriotas polacos deseaban incorporar la parte rusa de Polonia al Gran Ducado de Varsovia y crear un nuevo Reino de Polonia, aunque esta idea fue rechazada por Napoleón, que temió que podía motivar a Prusia y Austria a declarar la guerra a Francia. Napoleón también rechazó liberar a los siervos rusos, pues temía que esto podría provocar una reacción conservadora a sus espaldas.

Tierra arrasada

Napoleón cerca de Borodino.

La tierra arrasada fue la técnica militar que usaron los rusos contra los franceses, la cual consistía en retroceder y no pelear de frente con los soldados de la Grande Armée y arrasar paulatinamente las tierras abandonadas a los franceses para que éstos no pudieran abastecerse del terreno invadido. El zar, no contento de que los franceses estuvieran en tierra rusa, destituyo a Mihail Barclay de Tolly, y puso en su remplazo al general Smoronski, así al enfrentarse a los franceses el 16 de agosto cayó Smolensk y, tras otras victorias, los franceses siguieron su avance. Los rusos evitaron batallar en repetidas ocasiones contra la Grande Armée, aunque en algunos casos sólo porque Napoleón dudó en atacar cuando la oportunidad se le presentó.
Otra batalla de la campaña a Rusia fue la Batalla de Borodino, que significó un gran triunfo para los franceses y también es conocida como la Batalla del lago Moscova.
Los rusos se replegaron nuevamente y Napoleón entró a Moscú asumiendo que Alejandro I negociaría una paz. Sin embargo, las órdenes del gobernador del ejército de la ciudad y comandante en jefe, Fyodor Rostopchin, era la de incendiar la ciudad. Tras un mes, temeroso de perder el control en Francia, Napoleón decidió salir de Moscú.
Los franceses sufrieron enormemente en su retirada de Rusia, al punto que de los 650.000 hombres que la invadieron, sólo 40.000 cruzaron el río Berezina en noviembre de 1812. En total se estima que en esta campaña, 570.000 hombres del ejército francés murieron y 400.000 del ejército ruso, a lo cual hay que sumar cientos de miles de bajas en la población civil.
Existió calma en el invierno de 18121813, mientras rusos y franceses intentaban recuperarse de sus masivas pérdidas. Un pequeño ejército ruso atormentó a los franceses en Polonia, y eventualmente 30.000 tropas francesas debieron retirarse hacia los estados alemanes para reunirse con las fuerzas estacionadas allí, llegando a los 130.000 hombres, con los refuerzos de Polonia, cifra que crecería cuando Napoleón se presentase.
Tras este fracaso, Prusia se unió a la coalición, la cual ahora incluía Rusia, el Reino Unido, España y Portugal. No obstante, Napoleón asumió nuevamente el orden en Alemania, e infligió una serie de derrotas a los Aliados, que culminan en la Batalla de Dresde el 26 de agosto de 1813, donde la tropas aliadas sufrieron bajas de más de cien mil soldados.
Si bien parecía que Napoleón iba a resurgir, se unieron a la Coalición Austria y Suecia, y finalmente en la Batalla de las Naciones en Leipzig, el 16 de octubre los franceses fueron derrotados en un enfrentamiento en que los aliados contaban con el doble de las tropas de Napoleón. Después de esta batalla donde murieron más de 120.000 soldados de ambos lados, Napoleón se replegó a Francia, pero su ejército, de apenas 100.000 hombres, ya no era capaz de resistir la embestida de la Coalición, que contaba con más de medio millón de soldados.

Los Cien Días

París fue ocupada el 31 de marzo de 1814. El 3 de abril fue depuesto por el Senado, y bajo la presión de sus mariscales, Napoleón abdicó salvaguardando los derechos de su hijo el 4 de abril, pero ante la imposibilidad de emprender una ofensiva sobre París por la defección de Marmont, abdicó nuevamente el 6 de abril, esta vez incondicionalmente,7 y así poder negociar con los aliados. El 11 de abril, el tratado de Fontainebleau estableció la renuncia de soberanía en Francia e Italia para sí y su familia, y su exilio a la isla de Elba, una isla pequeña a 20 km de la costa italiana, manteniendo su título de emperador vitaliciamente.2
El Congreso de Viena (18141815) dispuso el nuevo orden en la Europa post-napoleónica. En Francia, los realistas instalaron en el poder a Luis XVIII. María Luisa y su hijo quedaron bajo la custodia del padre de ésta, el emperador Francisco I, y Napoleón no volvió a verlos nunca. Consciente de los deseos de los ingleses de desterrarlo a una isla remota en el atlántico y del rechazo del pueblo francés a la restauración borbónica, escapó de Elba en febrero de 1815 y desembarcó en Antibes el 1 de marzo desde donde se preparó para retomar Francia.
El rey Luis XVIII envió al Quinto Regimiento de Línea, comandado por el Mariscal Michel Ney, que había servido anteriormente a Napoleón en Rusia. Al encontrárselo en Grenoble, Napoleón se acercó solo al regimiento, se apeó de su caballo y, cuando él estaba en la línea de fuego del capitán Randon, gritó «Soldados del Quinto, ustedes me reconocen. Si algún hombre quiere disparar sobre su emperador, puede hacerlo ahora». Tras un breve silencio, los soldados gritaron «¡Vive l'Empereur!» y marcharon junto con Napoleón a París. Llegó el 20 de marzo, sin disparar ni un solo proyectil y aclamado por el pueblo, levantando un ejército regular de 140.000 hombres y una fuerza voluntaria que rápidamente ascendió a alrededor de 200.000 soldados. Era el comienzo de los Cien Días.

Establecido de nuevo en París, promulgó una nueva constitución, de carácter más democrático y liberal que la vigente durante el imperio. Muchos veteranos acudieron a su llamada, comenzando de nuevo el enfrentamiento contra los aliados. El resultado fue la campaña de Bélgica, que concluyó con la derrota en la batalla de Waterloo el 18 de junio de 1815.
El pueblo de París lo apoyaba en la lucha pero los políticos le retiraron su respaldo, por lo que abdicó en favor de su hijo Napoleón II. Marchó a Rochefort donde capituló ante el capitán del buque británico Bellerophon.

Exilio en Santa Elena y muerte

Napoleón fue encarcelado y desterrado por los británicos a la isla de Santa Elena en el Atlántico, el 15 de julio de 1815. Allí, con un pequeño grupo de seguidores, dictó sus memorias y criticó a sus aprehensores.

Enfermo del estómago, aquejado de una continua pesadez y un dolor en el costado derecho, los médicos creían que era una afección hepática, pero él sospechó inmediatamente que estaba atacado de la misma dolencia de su padre, un cirro en el píloro o cáncer de estómago,8 pero no se lo dijo a nadie hasta que estuvo lo suficientemente seguro de que así estaba sucediendo.
Sin embargo, recientes investigaciones realizadas a muestras de cabello del general (cortado poco tiempo después de morir) que habían estado guardadas en un sobre vacío, revelan que estaban impregnadas con arsénico hasta tal punto, que se necesitaban dosis altamente peligrosas para lograr aquella concentración. Esto último sugiere que es altamente probable que pudo morir a causa del veneno (lo que también concordaría con sus síntomas), ya sea de forma intencionada o no.
 
Napoleón Bonaparte murió el 5 de mayo de 1821. Sus últimas palabras fueron: «France, l'armée, Joséphine» («Francia, el ejército, Josefina») o, según la versión de las memorias de Santa Elena «...tête...armée...Mon Dieu !». Tenía entonces cincuenta y un años.
Napoleón había dispuesto en su testamento el deseo de ser enterrado a las orillas del Sena, pero se le dio sepultura en Santa Elena. En 1840, a instancias del gobierno de Luis Felipe I, sus restos fueron repatriados. Trasladados en la fragata Belle-Poule, se depositaron en Les Invalides (París). La llegada de los restos de Napoleón fue muy esperada en Francia. Durante su funeral sonó el Réquiem de Mozart. Cientos de millones de personas han visitado su tumba desde esa fecha.

Valoración

Desde su mismo ascenso al poder, la figura de Napoleón ha sido objeto de las críticas más acerbas y de la adulación más servil.
El Código de Napoleón sirve de base para las leyes de muchos países actualmente. En los países conquistados Napoleón instaura regímenes parecidos a los de la Revolución francesa, garantiza los Derechos del Hombre y del Ciudadano. Su organizado gobierno logra sacar a Francia del caos en el que estaba sumida durante y tras la Revolución. En suma, Napoleón insertó en los países conquistados la idea de libertad, igualdad y fraternidad.

Blücher

Primeros años

Blücher había nacido en Rostock (Mecklemburgo) y era hijo de un oficial retirado de caballería. Ingresó en el ejército prusiano en 1760 después de haber servido en el ejército sueco en contra de su propio país en tres campañas sucesivas, durante la Guerra de los Siete Años. En aquellos tiempos no era extraño que un militar pase a veces en un bando y otras en el contrario. Este era el caso de Gebhard Blücher.

Carácter

El general más viejo de los que participaron en las Guerras Napoleónicas, Blücher era un hombre belicoso, sumamente inteligente y afecto a la acción directa. Jefe de las fuerzas de húsares durante décadas, había desarrollado el gusto propio de los comandantes de élite por batirse en primera línea, lo que le ganó el disgusto de sus colegas y superiores al estimar que un estratega de sus quilates arriesgaba demasiado en cada enfrentamiento. Si bien esto era bueno para la moral de las tropas, se le acusaba de perder de vista las condiciones generales de las batallas y de concentrarse sólo en su sector del frente. Su especialidad era la caballería.

Antecedentes

Impulsivo y sanguíneo, sus frecuentes problemas con el vino, las apuestas y los asuntos de mujeres le valieron la enemistad de Federico el Grande y el aprecio de sus hombres. Perdió ascensos y oportunidades por esta causa hasta que, tras una disputa con el rey, fue "retirado" en Silesia, alejamiento que duró dieciséis años. Durante ese tiempo vivió como un rico hacendado.
Al llegar al poder Federico Guillermo III, la sanción de Blücher fue levantada y se reintegró al servicio activo. En 1793 combatió contra las tropas de la Revolución francesa, y al año siguiente fue ascendido a general de división como reconocimiento a su victoria en Landau. Ascendido a teniente general, fue hecho prisionero tras las batallas de Jena y Auerstaedt.
El maltrato que recibió durante su cautiverio no hizo más que abonar su odio contra los franceses en general y contra los oficiales de Napoleón en particular, ya que las humillaciones recibidas no eran coherentes con su estirpe y su alcurnia. Blücher juró vengarse, y comenzó a hacerlo mediante sus numerosos éxitos en la campaña de Silesia (1813).
Sumando esto al gran afecto que sentía por sus tropas, al hecho de que se consideraba uno de ellos y a su intenso sentido del patriotismo, Blücher se autoimpuso la "tarea sagrada" de capturar vivo y hacer ahorcar a Napoleón, objetivo que guiaría toda su actuación durante la campaña de 1815. Durante esta etapa trabó amistad con el general August Neidhardt von Gneisenau, decisión que contribuyó enormemente a su carrera. Gneisenau era reflexivo donde Blücher era exaltado, cerebral donde Blücher determinado y frío donde Blücher emotivo y colérico. Ambos se complementaban perfectamente.
Sin embargo, los historiadores modernos opinan que Wellington no hubiese obtenido el apoyo de los prusianos de no ser por el francófobo Blücher, ya que Gneisenau odiaba a los ingleses tanto como a Napoleón y no hubiese colaborado con ellos de estar solo.

Waterloo

Modelo organizativo

Prusia guardaba las formas del modelo militar francés que había adoptado en 1806. Ante la falta de elementos humanos, Blücher había instituido un sistema de reservas en vez del reclutamiento o la leva forzosa usuales, ya que el veterano de una guerra anterior era más rápido de preparar, estaba bien entrenado y disciplinado y no tenía los miedos que caracterizan a las tropas bisoñas.
No obstante, la gran batalla que se avecinaba había obligado a conseguir tropas nuevas. Blücher tenía asimismo muchísimos hombres que componían el tipo de fuerza denominado Landwehr (infantería), pero pobremente vestidos y mal equipados. Sus cuerpos de ejército eran grandes y poderosos, pero lentos, torpes y muy difíciles de dirigir.
Uno de los problemas más graves era la falta de caballos, llegando al punto de que muchos regimientos tenían más jinetes que cabalgaduras. La artillería era poderosa y letal, y había duplicado la cantidad de piezas desde abril de 1815.

Orden de batalla en Waterloo

Cada Cuerpo de Ejército constaba de 4 regimientos de infantería, 1 cuerpo de caballería y 1 cuerpo de artillería.
  • Comandante en Jefe del Ejército: Gebhard Leberecht von Blücher, Príncipe de Wahlstatt
    • Primer Cuerpo. Comandante: von Zieten
    • Segundo Cuerpo. Comandante: Pirch
    • Tercer Cuerpo. Comandante: Thielemann
    • Cuarto Cuerpo. Comandante: Bülow

Fuerzas de Blücher

  • Hombres: 128.000
  • Piezas de artillería: 312

Desempeño

Mapa de la batalla de Waterloo. En negro, las tropas de Blücher.
A pesar de que ciertos errores administrativos del Cuartel General de Blücher habían generado extravíos y confusión en la larga marcha hasta Waterloo, el cuerpo de Bülow llegó al campo de batalla hacia las 4 de la tarde, siendo atacado de inmediato por los franceses.
Bülow debió retroceder hacia el bosque denominado Bois de Paris, pero una hora más tarde, con la llegada del cuerpo de Pirch, la situación cambió en favor de Blücher. Oleada tras oleada atacaron los prusianos en furiosas melées y combates cuerpo a cuerpo, diezmando a la Joven Guardia (tropa élite de Napoleón) y destrozando al cuerpo de ejército del general francés Lobau.
Más tarde, dos batallones franceses rechazaron un terrible ataque de catorce batallones de Blücher, consiguiendo sostener las líneas. Sin embargo, algunos errores del francés Ney y la mayor motivación de las tropas aliadas permitieron que Blücher arrasara a través del pueblo de Placenoit y se reuniera con Wellington en La Belle Alliance a las 10 de la noche, poniendo en fuga a los franceses y venciendo en una batalla que de otro modo podía haber derivado en un empate técnico.

Errores de Blücher

Sus principales errores fueron concentrar el ataque de su vanguardia en Ligny, en lugar de atacar al grueso del ejército francés; no haber considerado que el lodo y la lluvia lo harían llegar tarde; y disponer movimientos de tropas por caminos que estaban obstruidos y trabados por los servicios sanitarios que transportaban heridos.

Últimos años

Blücher decidió, tras Waterloo, entrar victorioso en París, ciudad que recorrió al galope en un frenesí de alegría por haber derrotado al aborrecido enemigo. Había conseguido vengar las ofensas inferidas durante su antiguo cautiverio de los franceses.
Hecho esto, cumplió otro juramento que había hecho: dinamitar el monumento francés a la victoria de Jena (Puente de Jena) y, satisfechas sus cuentas pendientes, regresó a su país para dedicarse a interminables frenesíes de mujeres, bebida y juegos de naipes. Murió cuatro años después.
Blücher fue uno de los dos únicos portadores de la Estrella de la Gran Cruz de la Cruz de Hierro (la estrella que él recibió es conocida como "Blücherstern")

Wellington

Su juventud

Arthur Wesley (apellido posteriormente cambiado a Wellesley) nació en «Mornington House», la residencia de verano de su familia en Dublín o bien en el castillo de Dangan, cerca de Trim en el Condado de Meath, que era la residencia habitual de la familia. Fue el tercer hijo de Garret Wesley, primer Conde de Mornington. También la fecha exacta de su nacimiento es motivo de controversia. Todo lo que existe es el registro de dicho evento en el archivo de una iglesia. La fecha más aceptada es el 1 de mayo, pero habría posibilidades de que fuera algunos días antes o después. Fue bautizado como Arthur Wesley, nombre legalmente cambiado a Arthur Wellesley en marzo de 1798.
Wellesley fue educado en Eton entre 1781 y 1785, trasladándose posteriormente a Bruselas (Bélgica) para continuar su formación. En 1787, su padre compró a Wellesley un mando como alférez en el 73.º Regimiento de Infantería. Asistió a la academia militar de Angers, en Francia, tras haber recibido un primer entrenamiento en Inglaterra. Su primer destino fue como ayuda de campo de dos Lores Tenientes de Irlanda sucesivamente, entre 1787 y 1793. Fue ascendido a Teniente en 1788, y dos años después fue elegido miembro independiente del Parlamento con funciones de enlace con la Cámara Irlandesa de los Comunes, posición que ocupó hasta 1797. Subió rápidamente en el escalafón militar (en muchas ocasiones por el procedimiento de comprar el ascenso, práctica permitida en aquellos tiempos y, ciertamente, necesaria para obtener ciertos cargos), convirtiéndose en Teniente Coronel en el 33.º Regimiento de Infantería en 1793. Entonces luchó en los Países Bajos entre 1794 y 1795 y estuvo presente en la batalla de Boxtel. Su regimiento formaba la reserva de las fuerzas del Duque de York, quien intentó en vano un contraataque contra las fuerzas francesas. Cubriendo la retirada del ejército para evitar que éste fuera acosado por la caballería francesa, obtuvo su bautismo de fuego.1
En 1796, tras ser ascendido a Coronel, acompañó a su División a la India. El siguiente año, su hermano mayor, Richard Wellesley, segundo conde de Mornington, fue nombrado Gobernador General de la India, y cuando estalló la guerra en 1799 contra el Sultán de Mysore, Tipu Sultan, Arthur Wellesley comandó su propia división. Durante el desempeño de estas responsabilidades, fue nombrado Gobernador de Seringapatam y Mysore, cargos que ocupó hasta 1805. Luchó en Assaye, Argaum y atacó la fortaleza de Gawilghur. Tras el éxito final de la campaña, fue nombrado comandante supremo tanto militar como político en el Deccan, cargo en el que derrotó al jefe de bandidos Dhundia Wagh (quien irónicamente había escapado de prisión en Seringapatam durante la última batalla de la guerra de Mysore). También venció a los Marathas en 1803. En 1804 se le hizo caballero de la Orden del Baño (Knight of the Bath), lo cual sería la primera distinción de las muchas que obtuvo durante su vida. Al terminar el mandato de su hermano como Gobernador de la India en 1805, ambos hermanos volvieron juntos a Inglaterra, donde se vieron forzados a defender la costosa política imperialista de las fuerzas británicas en la India.
Wellesley fue elegido representante por Rye en la Cámara de los Comunes, ocupando el cargo durante seis meses en 1806. Un año más tarde fue elegido por Newport, en la Isla de Wight, cargo que ocuparía durante dos años. En este tiempo se definió políticamente como Tory, y en abril de 1807 (mientras era representante por San Michael), fue investido consejero de la corona. Además, sirvió como Secretario Jefe para Irlanda durante algún tiempo. Sin embargo, su vida política terminaría pronto de forma abrupta y debería navegar hacia Europa para participar en las Guerras Napoleónicas.

Las Guerras Napoleónicas

Sir Arthur Wellesley, en un retrato pintado por Francisco de Goya (National Gallery de Londres).
Fue entre 1808 y 1815 cuando Wellesley llevó a cabo las hazañas que le otorgaron un lugar en la historia. Desde 1789, Francia se había visto envuelta en la Revolución, y tras llegar al gobierno en 1799, Napoleón se había hecho de facto con el poder en Europa. El gobierno británico buscaba opciones para terminar con la amenaza de Napoleón, y Wellesley ayudó a obtenerlas.
En primer lugar, llegó como comandante en la expedición a Dinamarca en 1807, lo que pronto le promocionó a Teniente-General, siendo transferido a la guerra en la Península Ibérica, donde combatió junto con William Carr Beresford. Aunque esta guerra no iba demasiado bien, era el único lugar donde las fuerzas inglesas (y portuguesas) habían conseguido un frente en el territorio continental contra Francia y sus aliados (la desastrosa Expedición Walcheren fue una de las expediciones fallidas típicas de la época). Wellesley había enviado un memorándum a Lord Castlereagh sobre la defensa de Portugal, y Castlereagh le nombró jefe de la fuerza expedicionaria. Wellesley derrotó a los franceses en la batalla de Roliça y en la batalla de Vimeiro, en 1808. La resultante Convención de Cintra, que estipulaba que el ejército británico transportaría al francés fuera de Lisboa con todo su equipamiento, fue muy controvertida, y Wellesley fue brevemente reclamado a Inglaterra. Mientras tanto, el mismo Napoleón había llegado a España con sus tropas de veteranos, y cuando el Comandante en Jefe, Sir John Moore, murió durante la batalla de La Coruña, Wellesley fue nombrado nuevo Comandante en Jefe de todas las fuerzas británicas en Portugal, volviendo a la Península en abril de 1809,
El 27 de julio de 1809 derrotó a uno de los ejércitos del rey José Bonaparte (el hermano mayor de Napoleón) en la batalla de Talavera. Por este éxito fue ascendido al estatus nobiliario con el título de Vizconde de Wellington, de Talavera y de Wellington en el Condado de Somerset. Cuando los franceses invadieron de nuevo Portugal en 1810, les detuvo en Buçaco, bloqueándoles posteriormente e impidiéndoles tomar la península de Lisboa gracias a sus magníficamente construidas líneas terrestres de defensa en Torres Vedras, junto con la protección marítima de la Armada Real Inglesa (la incruenta batalla de Lisboa). Las apabulladas y hambrientas fuerzas francesas de invasión se retiraron tras seis meses, tras lo cual Wellesley expulsó definitivamente a Francia de Portugal en 1811, luchando en las batallas de Fuentes de Oñoro y La Albuera. En mayo de 1811 fue ascendido a General por sus servicios en Portugal.
Ya dentro de España, después de romper el cerco a la fortaleza de Badajoz el 6 de Abril de 1812, la población de la plaza fuerte sufre 72 horas de saqueos y violaciones por parte de la soldadesca ebria tras localizar los almacenes de aguardiente portugués (ver Batalla de Badajoz (1812)). Vuelve a derrotar a los franceses en la batalla de los Arapiles, llegando a Madrid en 1812. Sobre esta época se le hizo conde de Wellington. El contraataque francés colocó a las fuerzas inglesas en una situación precaria, pero Lord Wellington tomó el mando de todas las fuerzas aliadas en España,2 al tiempo que era nombrado marqués de Wellington el 3 de octubre. Sacando ventaja de la retirada de gran parte del ejército francés para participar en la desastrosa campaña rusa de Napoleón, Wellington tomó la ofensiva en 1813, culminando ésta en la batalla de Vitoria, que expulsó al enemigo de vuelta a Francia, acción por la que fue ascendido a Mariscal de Campo. Por esta hazaña, Ludwig van Beethoven compuso su obra La victoria de Wellington. En Vitoria se aprehendieron importantes cuadros que José Bonaparte quería sacar del país; Wellington se los quedaría con la aprobación del nuevo rey Fernando VII y actualmente se conservan en su mansión de Londres, Apsley House.
Después, Wellington invadió Francia, aunque fue derrotado por las fuerzas francesas en Tolosa. Poco después de esta batalla, Napoleón fue exiliado a Elba en 1814.
Aclamado como héroe y conquistador, Wellesley fue hecho Duque de Wellington, título que aún ostentan sus descendientes. Fue nombrado embajador en la Francia de Luis XVIII y tomó el puesto de Lord Castlereagh como Primer Plenipotenciario en el Congreso de Viena, donde abogó con fuerza para permitir a Francia mantener su puesto en la balanza de poderes en Europa. El 2 de enero de 1815, su título de Caballero del Baño se convirtió en el de Caballero de la Gran Cruz debido a la expansión de dicha orden.
El 26 de febrero de 1815, Napoleón abandonó su exilio en Elba para regresar a Francia, retomando el control del país en mayo. Wellington encabezó entonces la reforma de la alianza contra él. Dejó Viena para comandar las fuerzas aliadas en la campaña de Waterloo, situándose en Bélgica junto con las tropas prusianas de Gebhard Leberecht von Blücher y luchando primero en la batalla de Quatre Bras, para volver cuatro días más tarde a enfrentarse a Napoleón en la batalla de Waterloo, donde éste fue definitivamente derrotado, abdicando de nuevo el 22 de junio y siendo deportado posteriormente a la lejana isla de Santa Elena.

Su vida posterior

La política le resultó nuevamente de utilidad en 1819, cuando Wellington fue nombrado General en Jefe de Artillería durante el gobierno «Tory» de Lord Liverpool. En 1827 fue nombrado comandante en jefe del ejército británico, puesto que conservaría durante el resto de su vida, exceptuando su periodo como mandatario. Junto con Robert Peel, Wellington se convirtió en una de las estrellas del partido Tory, y en 1828 llegó a ser primer ministro.
Como primer ministro, fue el rostro de la facción ultraconservadora, aunque extrañamente, uno de los puntos de su programa era la emancipación católica, la garantía de prácticamente todos los derechos civiles para los católicos del Reino Unido. El cambio estaba forzado por la aplastante victoria electoral de Daniel O'Connell, un activista por la emancipación católica que había sido elegido a pesar de no tener el derecho legal para sentarse en el Parlamento. Lord Winchilsea acusó al Duque de Wellington de «haber trazado peligrosamente la destrucción de la constitución protestante». Wellington respondió de inmediato a la acusación retando a Winchilsea a un duelo. El 21 de marzo de 1829, Wellington y Winchilsea se encontraron en los campos de Battersea, aunque cuando llegó el momento de disparar, el Duque apuntó deliberadamente lejos de su oponente, y Winchilsea disparó al aire. Posteriormente éste escribió al Duque para disculparse. En la Cámara de los Lores, y haciendo frente a una tensa oposición, Wellington habló en favor de la emancipación católica, dando uno de los mejores discursos de su carrera. El Acta de Emancipación Católica fue aprobado con una mayoría de 105 votos.
El gobierno de Wellington cayó en 1830. En el verano y otoño de ese año, una ola de revueltas barrió el país. Los Whigs habían sido apartados del poder a excepción de unos pocos años desde 1770, y vieron la reforma política en respuesta al malestar popular como la llave para su retorno. Wellington atacó la política Tory de no reformar ni expandir los derechos, y como resultado de ello perdió la moción de censura del 15 de noviembre de 1830, siendo reemplazado como primer ministro por Lord Grey.
El partido Whig introdujo la primera Acta de Reforma, pero Wellington y los «Tories» lucharon para impedir su aprobación. El proyecto fue aprobado en la Cámara de los Comunes, pero fue rechazado en la Cámara de los Lores. A continuación, y como respuesta directa a esto, se celebraron unas elecciones que otorgaron al partido Whig una mayoría aún más amplia. Se introdujo una segunda Acta de Reforma que fue rechazada de la misma forma, y otra oleada de revueltas asoló el país. Durante este tiempo, Wellington fue recibido de forma hostil por la población durante la inauguración del ferrocarril entre Liverpool y Mánchester, y finalmente, la reforma fue aprobada tras la amenaza del partido Whig de secuestrar a la Cámara de los Lores con sus miembros dentro en caso contrario. A pesar de la aprobación, Wellington nunca estuvo de acuerdo con el cambio. Cuando el Parlamento se reunió tras las primeras bajo la nueva reforma, se dice de Wellington que dijo: «Nunca vi tantos sombreros malos y chocantes en mi vida». Por entonces, Wellington ya estaba siendo sustituido gradualmente por Robert Peel como líder del partido «Tory». Cuando los «Tories» volvieron al poder en 1834, Wellington declinó asumir el puesto de primer ministro, y Peel fue elegido en su lugar. Desgraciadamente, Peel se encontraba de viaje en Italia, y durante tres semanas, entre noviembre y diciembre de 1834, Wellington actuó como vigilante del gobierno, tomando las responsabilidades de primer ministro y de la mayoría de los demás ministerios. En el primer gobierno de Peel (1834-1835), Wellington fue nombrado ministro de Exteriores, y en el segundo (1841-1846) fue ministro sin cartera y Jefe de la Cámara de los Lores.
Wellington se retiró de la vida política en 1846, aunque retuvo su puesto de Comandante en Jefe del ejército, y volvió brevemente a la luz pública en 1848, cuando ayudó a organizar las fuerzas de protección de Londres durante el año de la revolución europea. Murió en 1852 y fue enterrado en un sarcófago de un raro granito llamado «luxulyanito» en la Catedral de St. Paul.
En 1838, la propuesta de erigir una estatua de Wellington se concretó con la construcción de una gigantesca estatua ecuestre que fue emplazada en Constitution Hill, en Londres, justo frente a su antigua residencia de Apsley House, en 1846. Debido a la enorme escala del monumento, de 40 toneladas y 10 m de altura, fue retirada en 1883, y al año siguiente se transportó a Aldershot, donde aún permanece, cerca de la iglesia de la guarnición real.